No había tenido mucho. Pero lo que tenia era muy suyo. Sobre todo, porque de tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables tosas esas realidades: sus botas, su poncho, sus ropas, su chambergo y su facón.
¡Habían compartido tantas cosas juntos, que había terminado por encariñarse con todo eso! Mas que cosas suyas, las sentía como parte de si mismo. Como realidades de una misma historia. Al sentir consigo todas esas realidades, se sentía viviendo una historia con continuidad: historia con pasado. Y todo hombre que esta en el camino siente la tentación del pasado. Tentación que se concretiza en el poseer; en el no dejar.
Al llegar a la orilla de río, la opción le resulto dura. Esa realidad del rió que atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no quisiera atravesarlo; ¡ si para eso se había puesto encamino! Lo duro no estaba en vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas sus cosas viejas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había adherido.
Escrito por Padre MAMERTO MERAPACE de la “SAL DE LA TIERRA" Editora Patria grande
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